Thursday 11 December 2008

Fauna doméstica



Leímos en la biblioteca algunas de las caricaturas del libro de Carmen Posadas" Padres, padres" Estas son algunas de nuestra cosecha:




TIUS SUPERCOTiLLUS
Una tius supercotillus es una especie que se suele ver normalmente y aún más en mi casa, ya que esta extraña individua vive en la casa de enfrente. Al parecer, este familiar mío se aburre bastante, ya que cada vez que voy a regar las plantas en mi balcón, veo a mi tía intentando conseguir algo de información. No es sólo eso; además tiene una compañera de cotilleos, su mejor amiga, y cada cosa que averigua se lo pregona a ella.
Todas las tardes al volver del colegio la encuentro en mi casa y me pregunta que qué tal me ha ido hoy, pero más que una pregunta parece una entrevista, porque después de esa pregunta llega otra, y otra y otra…
Ella es impaciente y muy habladora, son las cualidades perfectas para ser cotilla. Siempre mete antena en mis conversaciones, se conoce mi vida casi mejor que yo.
Parece mi madre, ya que cada vez que hago algo mal me regaña e incluso me castiga.
Pero eso no es lo que peor llevo, dice que mi cuarto está desordenado y mal decorado, y cada vez que entro en él, me la encuentro cambiando la decoración, y, claro, por eso nunca encuentro nada.
En verdad es bastante buena y siempre me compra cosas. La pobre, como no tiene hijos, lo paga conmigo. A veces he llegado a pensar que había una cámara oculta en mi casa, porque cada vez que llego triste del colegio viene corriendo y me pregunta que qué me pasa, y cuando estoy alegre viene y pregunta cosas como, ¿qué ocurre para que estés tan feliz ehhh?, o también ¿ ha ocurrido algo genial que yo debería saber?.
Cuando yo era pequeña le solía contar mi vida y hay veces que les cuenta mis secretos a sus amigas y mientras ellas se ríen, yo me sonrojo. Luego usa la excusa de que “es que las tías lo sabemos todo, ¿verdad chicas?" Y sus amigas asienten con la cabeza.
¡Qué cotilla es mi tía!…


MGD 8X

Tuesday 9 December 2008

La importancia de un libro



Tras la lectura de un fragmento( pags 54-59) de "Novela de Ajedrez" de Stefan Zweig.




EL PODER DE UN LIBRO
La tentación era irresistible, no podía aguantar más, notaba como el libro quemaba bajo el resguardo de mi bolsillo, lo saqué lentamente tomándome mi tiempo, ya que tenía todo el tiempo del mundo. Ya entre mis manos ardía en deseos de iniciar su lectura. En todo este tiempo su lectura provocaría que me sintiera conectado con el mundo exterior. Su portada de cuero no enseñaba rastro de autor, entonces pensé que vendría dentro, era algo viejo ya que se veía que estaba algo arrugado. Abrí la primera hoja, en blanco. La segunda, en blanco. La tercera, en blanco. ¡Estaba completamente en blanco! Mis ilusiones pasaron a ser disgustos y el miedo a perder la cabeza se apoderaba de mí, y entonces…
El sol brillaba como siempre, era temprano, un día como otro cualquiera. Me levanté, me duché y al ver el libro tendido en el suelo me di cuenta de que el autor de esas hojas en blanco era yo, que esas hojas en blanco eran para mí. Volqué en ellas todos mis sentimientos, emociones y experiencias. Me marqué un objetivo, terminar el libro y dar a conocer al mundo todos los horrores que estaba sufriendo.
Conforme escribía un día y otro día, notaba como mi mente dejaba de martirizarme, recobraba con el tiempo mi cordura. Su escritura me fortalecía, la necesidad de compartir mis sentimientos me daba fuerza para soportar mi horrible condena. Finalicé, como me propuse, el libro. Su título: “EL PODER DE UN LIBRO”. Hoy, libre, recorro el mundo explicando mis experiencias allá donde otros también las han sufrido.
JJ LS 9 X




Todavía recuerdo con claridad el día que aterrizamos por primera vez en el pequeño aeropuerto de Riam, donde mi marido había sido destinado para trabajar como embajador de España en Arabia Saudí. Cuando me comunicó que tendríamos que dejar Moscú para establecernos aquí, la idea no me disgustó mucho. Yo estaba harta del frío de Rusia y me gustaba la idea de viajar a este país, tan diferente a todos los sitios en los que habíamos vivido. Pero nada más bajar del avión, la sonrisa de mi cara desapareció. El calor era insoportable, pero no tanto como las miradas de la gente al verme en mi vestido de manga corta de flores y sandalias, con bastante piel al descubierto, probablemente demasiada en opinión de la gente. A penas habíamos salido del aeropuerto cuando un policía de mediana edad y cara de pocos amigos se aproximó a nosotros y nos dijo algo en un idioma que yo no comprendía. Uno de nuestros escoltas empezó a discutir con el hombre, el cual nos dejó ir, pero no parecía muy contento. El escolta nos dijo lo que le policía le había dicho: había tenido la intención de esposarme al no llevar el clásico ‘burka’ negro que era obligatorio para las mujeres en este lugar en el que los hombres eran sin duda el ser predominante.
No me sentía a gusto en este sitio tan injusto en el que las mujeres tenían tan pocos derechos como los animales, y la discriminación que recibíamos era insoportable, por no hablar de la situación política y las estúpidas leyes. No hubiera aguantado allí sino fuera por los libros, que me transportaban a lugares muy lejanos a este con sus relatos. Todas las tardes leía, y conseguía viajar por unas horas a sitios impresionantes, lejos de aquí… Al leer lograba olvidarme de las injusticias políticas de este país, de lo poco bienvenida que era aquí…
Libros sobre terribles realidades, libros sobre fantasía, libros de todo tipo… Libros escritos por gente que quería ser escuchada, que quería expresar su opinión… Yo también quería expresar la mía sobre este país; quería que la gente ayudase, y se diera cuenta de que quedan muchas cosas por hacer en este mundo.


CPA 9W




El libro estaba en frente de mis ojos. Notaba como se acercaba a mí y una voz me decía: ‘cógeme de una vez, no seas tonto’. Mi corazón latía más y más rápido. Mi mano se acercaba ansiosamente para cogerlo. Cuando ya estaba cerca, me di cuenta de que era un periódico. Hacía tanto tiempo que no había visto un periódico que no lo reconocía.
El periódico olía a tabaco mentolado. Estaba arrugado y revuelto y había una página marcada. Mi primera reacción fue ir a la pagina marcada que a su vez había una parte rota.
La página contenía una lista al parecer interminable de nombres. Á pie de página había una anotación que decía: “Muertes del año 1939 al 1942 causados por los bombardeos en la ciudad de Berlín.
Al leer la lista, sentí tristeza al ver que algunas víctimas eran conocidas. Otros tantos eran amigos de la infancia. Me llamó la atención un trozo de la lista que había sido arrancada. Parecía ser un trozo muy pequeño que podía ocupar tres o cuatro nombres como mucho. Mientras iba ojeando por el periódico había muchas noticias nuevas, bueno para mí por lo menos.
En la última página se encontraba un trozo suelto con dos nombres escritos en el papel. Con temblor, cogí el trozo y leí el nombre. Esto no me podía estar pasando a mí, el mundo se paro mientras yo intentaba asimilar la información que acababa de recibir.
Los nombres resultaban ser los nombres que faltaban de la lista que eran: Anne Von Dioston, Frank Von Dioston. Mi mujer y mi hijo.
Ya mi vida no tenía sentido, estos cuatro meses en este infierno no habían servido para nada. Yo había aguantado y luchado solo con la esperanza de volver a ver a mi hijo y a mi mujer. Ellos muertos, y yo aquí vivo luchando por la libertad inútilmente, ¿Para qué seguir viviendo?
Como no me mataban ellos, había que utilizar nuevos métodos. Quería volver a verlos, y el único sitio donde lo podía ver era allí arriba, con Dios.
CSM 9X

(Photos de JackieTL / anAndamiA/ Fifi LePew & Andrea Alessadretti. Flickr)