Amor:No sé si tú me oyes o me puedes ver, o puedes sentir la tristeza que hay en mi cuerpo al escribir estas palabras de amor que nunca llegué a decirte, y no sé si puedes reconfortar mi frío corazón llenándolo de ese agradable calor tuyo que se fue contigo sin despedirse, pero quiero decirte que desde que me desperté una mañana y te vi, tumbada en la cama rígida, pálida y helada, he estado reteniendo un grito lleno de rabia y amargura por no haberte podido demostrar nunca que tu voz, tus ojos, tu pelo, tu aroma, tus labios; todo tu cuerpo me volvían loco. Un gran hueco en mi pecho me parte en dos y cada noche me agarro con fuerza para evitar que esto pase, mientras un par de lágrimas ruedan por mis mejillas cayendo en la almohada donde tú apoyabas tu cabeza.
Desde que tu mano ya no agarra la mía, mi único consuelo es la soledad, el estar tu recuerdo y yo solos, sin nadie más que moleste nuestra conversación muda.
Mi mente se ha cerrado ante todo lo que no esté relacionado contigo. Cualquier cosa me recuerda a ti, y mi mente, nublada por tu ausencia, me engaña y me hace creer cosas que no son reales. Siento tus delicados labios besándome la piel cuando la lluvia fría resbala por mis mejillas, y la suave brisa que me acaricia tiernamente, es tu mano, rozando con dulzura mi cara esperando un beso como respuesta. Cada vez que esto pasa, lanzo ese beso al viento, para que lo arrastre con él hasta aquel lugar, más allá de las nubes para que te llegue a ti y por fin puedas saber que por mucho que tú no estés aquí, jamás lograré olvidarte.
Nunca podré volver a amar a otra mujer, porque sólo tú pudiste darme todo el amor que yo esperaba, aunque nunca recibieses ni la mitad a cambio; sólo tú me cuidabas y me mimabas como a un niño sin recibir ni un solo gracias o una muestra de agradecimiento. Porque sólo tú supiste interpretar mi frialdad como una señal de sentimiento profundo, por eso te diré por primera vez en mi vida, y te juro que no será la última que te quiero.
Y aunque no sé si tú me oyes o me puedes ver, o puedes sentir la tristeza que hay en mi cuerpo al escribir estas palabras de amor que nunca llegué a decirte, sé que puedes reconfortar mi frío corazón llenándolo de ese agradable calor tuyo que se fue contigo si despedirse, porque acabas de hacerlo.
TM9Y Foto : Flickr Mr.K.
Todos los días sueño contigo,
Nunca imaginé que podría quererte tanto,
Tu piel es tan brillante y morena como el ébano,
Toda envuelta en vestidos de plata, como una princesa,
Tu perfume me hipnotiza y el corazón se me acelera, cuando te encuentro por casualidad, te escondo para que seas mía.
Querida Chocolatina
JCB9Y
Foto: Emalaith de Flckr
Mientras te escribo pienso que esta será una de las últimas cosas que haga, ya que los médicos me dieron tres meses de vida , y hace tres meses desde que me conectaron a esta máquina que hace que mi corazón siga latiendo.
Puedo notar la presencia de la muerte, está por todas partes, en mi cuerpo, en mi habitación,…incluso el sol, que hoy no tiene vida. La muerte está aquí, sentada a mi lado, esperando. Pero yo no tengo miedo de nada, menos de una cosa: De que cuando yo ya no esté aquí tú me olvides, yo te juro que jamás te olvidaré.
No permitiré que la muerte me arrebate lo que siento por ti, lo cual no puedo describir porque no encuentro palabras adecuadas para hacerlo y porque no tengo demasiado tiempo.
Te pido por lo que más quieras que no llores cuando yo me vaya, que no sufras, porque yo jamás me perdonaría ser el responsable de que una lágrima caiga de esos ojos tan bellos.
Noto cómo la vida se escapa poco a poco de mi cuerpo, pero no pienso dejar que la muerte se me lleve antes de terminar esta carta. Sólo puedo pedirte un acosa más: que todos los 14 de febrero tires una rosa al mar y pienses en mí, porque estaré pensando en ti. Cuando me eches de menos solamente tienes que cerrar los ojos, yo estaré allí y volveré a la vida por unos segundos.
Adiós, te quiero…
VF9Y Foto : Flickr Madmannekin
Querida Silvia,Te escribo porque es San Valentín y es tradición que los enamorados se manden cartas de amor, y yo lo estoy de ti. Aunque a mi edad parezca ridículo yo te quiero, Silvia. A pesar de los años, a pesar de las dificultades, yo te amo. Desde aquel día en que me perdí en tus ojos, estoy enamorado de ti. Y sigo enamorado de aquellos ojos que ya no ven. Y ahora, tras pensarlo una y otra vez, te mando esta carta, esta carta que no sé si llegará, que no sé si leerás, pero dicen que lo importante es la intención, y yo la tengo.
Quiero que sepas que te echo de menos, echo de menos tus ojos, aquellos ojos que me miraban y me hacían vivir. Echo de menos tu boca, aquella boca con la hacías esas muecas tan tuyas. Echo de menos tus manos, aquellas manos ya arrugadas y temblorosas con las que cocinabas, con las que me rozabas cuando me dabas el periódico o con las que gesticulabas efusivamente. Echo de menos tu risa, aquella risa angelical con la que llenabas de alegría mi corazón. Echo de menos tus pies, aquellos pies que solían estar tan fríos que cuando me rozabas con ellos entre las sábanas no podía evitar un respingo. Echo de menos tu alma. Silvia, te echo de menos a ti.
Quiero que sepas que entre los muros de esta residencia en la que ahora estoy; porque no vivo en ella, porque desde que no estás, yo no vivo, me encuentro dando vueltas en un lugar que no es ni la vida ni la muerte, pero es la peor de las torturas. Quiero que sepas que pienso en ti cada día, cada hora, cada minuto y cada segundo. Repaso una y otra vez lo que vivimos juntos. Me imagino repetidamente lo que podríamos haber vivido y recuerdo tu imagen; te recuerdo como la última vez que te vi, pálida, con la mirada perdida, fría y sin vida.
Al pensar en ti no puedo evitar pensar que tal vez fue mi culpa y, quizás por eso, nuestros hijos ya sólo me visitan una vez al año, durante menos de una hora, y tal vez por eso es por lo que, según mis cuidadoras, estoy cayendo en una depresión. Aquellas cuidadoras que me hablan con voz melosa aunque en realidad no les importe en absoluto mi vida pero ponen esa voz dulce para cobrar su sueldo.
Lo siento Silvia, porque es mi culpa, si yo no hubiera insistido en comprar aquella casa tú no te habrías caído por aquellas escaleras, yo no estaría así y aquel médico no me habría dicho tiempo atrás que era inevitable que tarde o temprano la muerte te llevaría consigo y yo probablemente no te estaría escribiendo con estas manos temblorosas que hacen la tarea casi imposible, tanto que llevo horas escribiendo esto. Tú estarías con vida, como debería ser, tú estarías descansando o leyendo tranquilamente en nuestra casa, en la casa que no he vuelto a pisar porque no puedo ver el lugar donde vivimos tanto y donde yo perdí todo.
He entrado en depresión y creen que me voy a morir, y ojalá sea así. Estoy deseando volver a estar junto a ti, estoy deseando reunirme contigo allá donde estés. Y no te preocupes si esta carta no te llega porque pronto estaré yo allí para decírtelo en persona, porque pronto voy a dejar de existir, porque estoy como el día sin la noche, como un perro sin su dueño, como una sombra sin su cuerpo, porque sin ti no soy nada en este mundo ya extraño. Finalmente quiero que sepas que de este sin vivir sólo tengo algo claro, te quiero Silvia.
Eternamente tuyo,
Ángel.
Foto : Flickr de mfcrowl