Monday, 8 March 2010

John Boyne in BBC World Book Club


Have you read "The boy in the striped pyjamas"? Have you seen the movie?
The BBC World Service has a programme called World Book Club which proposes a book to be read every month. Then they interview the author of the book with the questions sent by readers from all around the world. This month's book was "The boy in the striped pyjamas". Click here to listen to the interview with John Boyne conducted by Harriett Gilbert which took place at Royal Festival Hall on the South Bank in London last Saturday.

Tuesday, 2 March 2010

Primavera con una Esquina Rota

El ejercicio propuesto a los alumnos del año 10 era crear un capítulo para este libro, introduciendo el punto de vista de personaje nuevo. Este es uno de ellos.
Al final encontareis un video en el que Mario Benedetti recita alguno de sus poemas. Espero que os guste

Hoy llegó un nuevo compañero. Le llamo compañero, aunque todavía ni lo conozco, por no llamarle “preso”. No me gusta esa palabra. Así que llegó un nuevo compañero, hoy por la tarde, alrededor de las ocho. Su nombre es Santiago. Y le metieron conmigo en mi habitación. Habitación, por no decir “celda”. Tampoco me gusta esa palabra. Así que estamos los dos en la misma habitación. Y todavía no hemos hablado. Espero que nos llevemos bien. En fin, tengo que apagar la luz ya, dieron el toque de queda. Seguiré mañana.


Santiago ha resultado ser una gran persona. Estuvimos conversando largo rato por la mañana, ya que los dos padecemos un extraño insomnio y nos despertamos demasiado temprano. Es otro compañero de armas, y eso me hizo sentir mejor y peor a la vez. Mejor, porque tendremos más cosas en común, y porque ahora sí que es un compañero de verdad. Peor, por sentirme mejor. ¿Quién se siente mejor al saber que han encarcelado a un compañero?


Ha pasado una semana desde que llegó Santiago. Al principio, parecía un tipo alegre y amistoso, y extrovertido, pero debe haberle llegado el golpe. A todos les llega tarde o temprano el golpe. El golpe psicológico de procesar que te han extirpado la libertad sin anestesia, que te han amputado, que estás preso, vaya. Que no eres un ser humano al completo. Y que estás solo. Aunque hay muchos más presos en la cárcel, en el fondo estás solo. Así que a Santiago le ha llegado el golpe. Espero que se le pase pronto, y que no le afecte demasiado. Parecía un buen tipo.


Ha tardado más de lo que yo esperaba. Ha pasado un mes. Por fin, ayer por la noche, me habló. Me habló de su primo. No me enteré mucho, porque tenía sueño y también porque no se expresaba muy bien, el pobre. Creo que el primo se llamaba Emilio. No me dijo mucho más. Sólo que se llevaban muy bien de pequeños. De las historias en concreto, no me acuerdo. Lo importante es que por fin ha hablado, ha salido del pozo. Eso está bien. Lo que no entiendo es por qué ha hablado de su primo. La mayoría habla de su familia cercana, como su mujer, hijos o padres, o de su tierra natal, o algo por el estilo. Pero ésta es la primera vez que oigo a alguien hablar de su primo. Y llevo tres años aquí, vaya. Que no son pocos.


Hoy se han llevado a Santiago a la sala de interrogatorios. Pobre chaval. Todavía no ha vuelto, y son las nueve de la noche. Se lo llevaron hace cinco horas. La verdad es que estoy preocupado. Tengo que apagar. Mañana sigo.


No pude escribir hasta ahora porque algún cretino me escondió el diario. Hace tres meses que no escribo. Creo saber quién ha sido, porque a ése maldito carcelero suplente nunca le caí simpático, como él a mí tampoco. No tengo pruebas, pero ni falta que hacen. Tiene que haber sido él. Santiago está mejor. Habla más. Me cuenta sus interrogatorios. No es que sea muy agradable escucharlos, pero parece que al chaval le ayuda el desahogarse. Y por lo que cuenta, todavía no ha soltado palabra.

Hoy vino mi abogado. Me recordó que me falta poco. Como si hiciese falta recordármelo. Sólo espero que no cambien de opinión. Por favor, que no cambien de opinión. Santiago hoy me habló de su familia, por fin. Me habló de Graciela, de Beatriz y del “Viejo”, que es como él llama a Rafael, su padre. Les echa de menos. Pobre. Prácticamente un año, que se dice pronto pero es mucho y a la vez no es nada cuando no se sabe hasta cuándo se va a estar cargando con esta horrible minusvalía. Prácticamente un año.


En Libertad no se celebra el año nuevo. Y como encuentre al cretino de mierda que bautizó la cárcel, se va a acordar de la madre que le parió, el gracioso. Tenía que desahogarme. Era necesario. Santiago y yo hicimos una pequeña fiesta en la habitación, que consistió en comer un mendrugo de pan y dos frutas que robamos de la cocina ayer. Menos mal que no nos pillaron. Sólo faltaba eso.


Tras un mes de ausencia, vuelvo a escribir por dos razones. La primera es que volvió mi abogado ayer. La cosa marcha. Le pedí, sin embargo, que no me diese fechas. No quiero saberlas. Creo que es peor. Si sabes el día exacto, no haces otra cosa más que pensar en él, te abstrae, te consume, es horrible. No quiero saberlo. Me basta con saber que me voy. Que no es poco, vaya, después de cuatro años. La segunda razón por la que escribo es porque Santiago hoy me habló de manchas. Sí, de manchas. En la pared. Pobre chaval. Ya me parecía a mí que estaba demasiado bien para que durase…


Tenía que escribir hoy. Me arriesgo a que me sancionen por ignorar el toque de queda, pero tenía que escribir. Hoy descubrí un agujero en el suelo de la celda. Digo, habitación. Es minúsculo, pero suficiente para que quepa un papel por él. Y creo que tengo una idea… No tengo miedo de que lean esto, aunque supondría un cambio de la habitación y un castigo, probablemente. Desde que me robaron el diario, lo guardo a buen recaudo en un sitio secreto.


Le revelé a Santiago el agujero hoy. Estaba eufórico. Adivinó mi plan mucho antes de que yo se lo contase. Es listo, el chaval.


Hoy puse en marcha mi plan. Hablé con Manuel. Estaba de acuerdo. Gran tipo, Manuel. Quedamos en que mañana por la mañana le daríamos las cartas. La mía y la de Santiago, por supuesto. Espero que funcione.


Hace una semana que le dimos las cartas a Manuel por el agujero de la celda, digo habitación, y todavía no hay respuesta. Espero que no le hayan pillado, Aunque no creo que nos delate. Es un gran tipo, Manuel.


Recibimos las respuestas del modo habitual ayer por la tarde. Pero pillaron a Manuel. Lo sé porque hoy no estaba en el comedor. Lo deben haber metido en algún otro sitio de retención, o algo así, pobre hombre. Me siento culpable. Ojala pudiera ayudarle. Sólo espero que no le hagan daño. Ya sé que no nos va a delatar. Es un gran tipo, no haría eso.


Hace dos meses que no escribo. Mañana me voy. Me voy. Por fin me voy. Intento no parecer demasiado alegre, pero no puedo evitarlo. Mañana me voy. Lo único por lo que estoy triste es por Santiago. Él se queda. Pero yo me voy. Me voy.

JMA 10Z

Si queréis leer más poemas o alguna otra novela, en la biblioteca tenemos varias.

Monday, 1 March 2010

II Concurso de cartas de amor

Amor:
No sé si tú me oyes o me puedes ver, o puedes sentir la tristeza que hay en mi cuerpo al escribir estas palabras de amor que nunca llegué a decirte, y no sé si puedes reconfortar mi frío corazón llenándolo de ese agradable calor tuyo que se fue contigo sin despedirse, pero quiero decirte que desde que me desperté una mañana y te vi, tumbada en la cama rígida, pálida y helada, he estado reteniendo un grito lleno de rabia y amargura por no haberte podido demostrar nunca que tu voz, tus ojos, tu pelo, tu aroma, tus labios; todo tu cuerpo me volvían loco. Un gran hueco en mi pecho me parte en dos y cada noche me agarro con fuerza para evitar que esto pase, mientras un par de lágrimas ruedan por mis mejillas cayendo en la almohada donde tú apoyabas tu cabeza.
Desde que tu mano ya no agarra la mía, mi único consuelo es la soledad, el estar tu recuerdo y yo solos, sin nadie más que moleste nuestra conversación muda.
Mi mente se ha cerrado ante todo lo que no esté relacionado contigo. Cualquier cosa me recuerda a ti, y mi mente, nublada por tu ausencia, me engaña y me hace creer cosas que no son reales. Siento tus delicados labios besándome la piel cuando la lluvia fría resbala por mis mejillas, y la suave brisa que me acaricia tiernamente, es tu mano, rozando con dulzura mi cara esperando un beso como respuesta. Cada vez que esto pasa, lanzo ese beso al viento, para que lo arrastre con él hasta aquel lugar, más allá de las nubes para que te llegue a ti y por fin puedas saber que por mucho que tú no estés aquí, jamás lograré olvidarte.
Nunca podré volver a amar a otra mujer, porque sólo tú pudiste darme todo el amor que yo esperaba, aunque nunca recibieses ni la mitad a cambio; sólo tú me cuidabas y me mimabas como a un niño sin recibir ni un solo gracias o una muestra de agradecimiento. Porque sólo tú supiste interpretar mi frialdad como una señal de sentimiento profundo, por eso te diré por primera vez en mi vida, y te juro que no será la última que te quiero.
Y aunque no sé si tú me oyes o me puedes ver, o puedes sentir la tristeza que hay en mi cuerpo al escribir estas palabras de amor que nunca llegué a decirte, sé que puedes reconfortar mi frío corazón llenándolo de ese agradable calor tuyo que se fue contigo si despedirse, porque acabas de hacerlo.

TM9Y Foto : Flickr Mr.K.


Todos los días sueño contigo,
Nunca imaginé que podría quererte tanto,
Tu piel es tan brillante y morena como el ébano,
Toda envuelta en vestidos de plata, como una princesa,
Tu perfume me hipnotiza y el corazón se me acelera, cuando te encuentro por casualidad, te escondo para que seas mía.
Querida Chocolatina
JCB9Y
Foto: Emalaith de Flckr



Mientras te escribo pienso que esta será una de las últimas cosas que haga, ya que los médicos me dieron tres meses de vida , y hace tres meses desde que me conectaron a esta máquina que hace que mi corazón siga latiendo.
Puedo notar la presencia de la muerte, está por todas partes, en mi cuerpo, en mi habitación,…incluso el sol, que hoy no tiene vida. La muerte está aquí, sentada a mi lado, esperando. Pero yo no tengo miedo de nada, menos de una cosa: De que cuando yo ya no esté aquí tú me olvides, yo te juro que jamás te olvidaré.
No permitiré que la muerte me arrebate lo que siento por ti, lo cual no puedo describir porque no encuentro palabras adecuadas para hacerlo y porque no tengo demasiado tiempo.
Te pido por lo que más quieras que no llores cuando yo me vaya, que no sufras, porque yo jamás me perdonaría ser el responsable de que una lágrima caiga de esos ojos tan bellos.
Noto cómo la vida se escapa poco a poco de mi cuerpo, pero no pienso dejar que la muerte se me lleve antes de terminar esta carta. Sólo puedo pedirte un acosa más: que todos los 14 de febrero tires una rosa al mar y pienses en mí, porque estaré pensando en ti. Cuando me eches de menos solamente tienes que cerrar los ojos, yo estaré allí y volveré a la vida por unos segundos.
Adiós, te quiero…
VF9Y Foto : Flickr Madmannekin

Querida Silvia,
Te escribo porque es San Valentín y es tradición que los enamorados se manden cartas de amor, y yo lo estoy de ti. Aunque a mi edad parezca ridículo yo te quiero, Silvia. A pesar de los años, a pesar de las dificultades, yo te amo. Desde aquel día en que me perdí en tus ojos, estoy enamorado de ti. Y sigo enamorado de aquellos ojos que ya no ven. Y ahora, tras pensarlo una y otra vez, te mando esta carta, esta carta que no sé si llegará, que no sé si leerás, pero dicen que lo importante es la intención, y yo la tengo.
Quiero que sepas que te echo de menos, echo de menos tus ojos, aquellos ojos que me miraban y me hacían vivir. Echo de menos tu boca, aquella boca con la hacías esas muecas tan tuyas. Echo de menos tus manos, aquellas manos ya arrugadas y temblorosas con las que cocinabas, con las que me rozabas cuando me dabas el periódico o con las que gesticulabas efusivamente. Echo de menos tu risa, aquella risa angelical con la que llenabas de alegría mi corazón. Echo de menos tus pies, aquellos pies que solían estar tan fríos que cuando me rozabas con ellos entre las sábanas no podía evitar un respingo. Echo de menos tu alma. Silvia, te echo de menos a ti.

Quiero que sepas que entre los muros de esta residencia en la que ahora estoy; porque no vivo en ella, porque desde que no estás, yo no vivo, me encuentro dando vueltas en un lugar que no es ni la vida ni la muerte, pero es la peor de las torturas. Quiero que sepas que pienso en ti cada día, cada hora, cada minuto y cada segundo. Repaso una y otra vez lo que vivimos juntos. Me imagino repetidamente lo que podríamos haber vivido y recuerdo tu imagen; te recuerdo como la última vez que te vi, pálida, con la mirada perdida, fría y sin vida.

Al pensar en ti no puedo evitar pensar que tal vez fue mi culpa y, quizás por eso, nuestros hijos ya sólo me visitan una vez al año, durante menos de una hora, y tal vez por eso es por lo que, según mis cuidadoras, estoy cayendo en una depresión. Aquellas cuidadoras que me hablan con voz melosa aunque en realidad no les importe en absoluto mi vida pero ponen esa voz dulce para cobrar su sueldo.

Lo siento Silvia, porque es mi culpa, si yo no hubiera insistido en comprar aquella casa tú no te habrías caído por aquellas escaleras, yo no estaría así y aquel médico no me habría dicho tiempo atrás que era inevitable que tarde o temprano la muerte te llevaría consigo y yo probablemente no te estaría escribiendo con estas manos temblorosas que hacen la tarea casi imposible, tanto que llevo horas escribiendo esto. Tú estarías con vida, como debería ser, tú estarías descansando o leyendo tranquilamente en nuestra casa, en la casa que no he vuelto a pisar porque no puedo ver el lugar donde vivimos tanto y donde yo perdí todo.

He entrado en depresión y creen que me voy a morir, y ojalá sea así. Estoy deseando volver a estar junto a ti, estoy deseando reunirme contigo allá donde estés. Y no te preocupes si esta carta no te llega porque pronto estaré yo allí para decírtelo en persona, porque pronto voy a dejar de existir, porque estoy como el día sin la noche, como un perro sin su dueño, como una sombra sin su cuerpo, porque sin ti no soy nada en este mundo ya extraño. Finalmente quiero que sepas que de este sin vivir sólo tengo algo claro, te quiero Silvia.

Eternamente tuyo,
Ángel.
Foto : Flickr de mfcrowl