Tuesday, 26 January 2010

Un extraño día en Julio

Hemos vuelto a inventar historias basadas en los inquietantes dibujos de "Los misterios del Sr.Burdick" de Chris van Allsburg. Este cuento se basa en la ilustración
"Un extraño día en Julio". ¡Qué disfrutéis!

Caminaba extrañamente lento por la arena de la playa, el sol quemándome la piel. Me encontraba junto a mi hermana Raquel, pero había cambiado bastante y hasta no estaba seguro de si era ella. La verdad, todo era muy confuso. Era como si estuviera viendo una película en el cine, en la que el actor principal fuera yo.
Al cabo de un rato comencé a jugar con las piedras, lanzándolas con fuerza a la cresta de las olas. Estas se hundían o efectuaban un saltito antes de caerse al agua. Lo extraño fue que, aun lanzándola con todas mis fuerzas, la tercera piedra rebotó de regreso., y de repente se encendieron luces dentro del mar. Una por una iban apareciendo como punto s difuminados pero brillantes. El mar se calmó súbitamente y al estar tan quieto podía verse claramente el fondo. Ese fue el problema. Acto seguido el mar comenzó a burbujear, formando altas y serenas figuras que emergían lentamente hacia la costa. Aquellas cosas portaban antorchas encendidas con un extraño fuego que parecía no apagarse y brillaba deslumbrantemente.
Me tapé los ojos para protegerme de la luz y oí unos pasos en la arena. Cuando levanté la vista me quedé helado. Las extrañas m figuras que había visto, semejantes a sirenas, reptaban moviendo sus enormes colas escamosas, y batiendo incesantemente la arena de la playa, hacia mi. Estaba atrapado. Las sirenas parecían comunicarse con chirridos metálicos, y tuve que taparme las orejas para evitar que me estallasen los tímpanos. Me quedé allí, tirado en el suelo y cubierto de arena, con las orejas tapadas y sin poder ver nada, esperándome lo peor. Pero la muerte no llegó. Todo lo contrario, me inundó una cálida sensación de comodidad. Estaba en mi cama. Aunque sudaba a chorros, me encontraba notablemente mejor. Me incorporé, dejando apoyar mis brazos sobre los muslos y reflexioné. Había sido un sueño. Sólo un sueño. La voz estridente de mi madre me hizo salir de mi privada fantasía, y me apresuré a desayunar. No presté demasiada atención a la conversación porque estaba confuso, y dos segundos después estaba en la playa con mi hermana, al parecer habiéndole dicho que sí cuando me preguntó si bajábamos. Pero yo no me acordaba. Me estaba empezando a encontrar mal, pero al querer sentarme, mis propias piernas no me dejaron. En vez de eso me arrastraron hasta la costa, paso a paso. Y allí, flotando sobre el mar, estaba la piedra rojiza que había tirado en mi sueño.

JLM 8Z

Si queréis leer más cuentos basados en este libro usad este enlace a la página oficial , o buscad en el índice del blog los cuentos del año pasado, la entrada es "Señor Burdick".

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